Después del año: ¿por qué come menos y qué hacer?

Guía integral para familias (neurodesarrollo · psicológico · emocional)

Esta guía te ayuda a entender por qué, tras cumplir un año, muchos peques parecen “comer menos” y qué estrategias prácticas puedes aplicar sin presiones ni batallas. Encontrarás explicaciones desde el neurodesarrollo, la psicología y la esfera emocional, además de herramientas para la selectividad/neofobia, la atención y la autonomía.

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1) Lo que cambia después del primer año

1.1. Ritmo de crecimiento y apetito

  • El crecimiento desacelera respecto al primer año. La demanda energética baja y el apetito se autorregula mejor.

  • Aparecen fluctuaciones normales: días de mucho apetito y otros de “picoteo”.

  • El peque prioriza explorar y jugar, por lo que comer compite con otras motivaciones del desarrollo.

Qué hacer:

  • Mantén horarios regulares (3 comidas + 1–2 snacks, separados 2.5–3 h).

  • Ofrece alimentos densos en nutrientes (proteína, grasas saludables, frutas/verduras, cereales integrales).

  • Respeta señales de hambre/saciedad. No fuerces ni negocies cada bocado.

1.2. Cambios sensoriales y motores

  • La interocepción (sensaciones de hambre/saciedad) madura: empiezan a escuchar su propio cuerpo.

  • Texturas, temperaturas, colores pueden llamar la atención… o generar rechazo temporal.

1.3. Cambios en la relación con el entorno

  • Comer ya no es solo “nutrir”, es una experiencia social y emocional: miran cómo comemos, imitan, necesitan límites claros y co‑regulación.

2) Mirada desde el neurodesarrollo

2.1. Atención y función ejecutiva

  • La atención sostenida a esta edad es limitada. A los 12–24 meses, mantenerse sentados 5–10 min ya es un logro; entre 2–3 años, 10–15 min.

  • Si hay pantallas/distractores, disminuye la atención consciente a la comida y el aprendizaje de señales internas.

Estrategias:

  • Ritual previo (lavar manos + 3 respiraciones + canción breve).

  • Ambiente tranquilo: sin pantallas, con la mesa preparada y porciones pequeñas.

  • Tiempo objetivo: comidas de 12–20 min (1–2 años) y hasta 20–25 min (2–3 años). Retira sin drama si se acabó el tiempo.

2.2. Procesamiento sensorial

  • Es normal que surja hipersensibilidad a ciertas texturas/olores.

  • La neofobia (recelo a lo nuevo) aumenta entre 18–24 meses (pico evolutivo de protección).

Estrategias sensoriales:

  • Exposiciones no comestibles: jugar con legumbres secas, masa, agua con esponjas; “pintar” con yogur natural.

  • Gradientes de textura: del más suave al más crujiente; del tibio al frío; del liso al grumoso.

  • “Food chaining”: encadenar de lo aceptado a lo nuevo cambiando un rasgo a la vez (forma, corte, cocción, sabor).

2.3. Motricidad y autoalimentación

  • Mejoran pinza fina y coordinación ojo‑mano: es momento de utensilios adaptados y trozos seguros.

  • La autoalimentación fortalece la autonomía y el respeto a la saciedad.

3) Mirada psicológica y emocional

3.1. Autonomía y límites

  • Decir “no” es un hito del desarrollo. Comer es un área donde el peque puede ejercer control.
  • Forzar o negociar (“una por mamá…”) suele romper la autorregulación y alimentar las batallas.

Marco práctico (Satter, adaptado):

  • Adulto decide qué, cuándo y dónde se ofrece.
  • Niño decide si come y cuánto.

Límites amables:

  • Elecciones limitadas: “¿pera o banano?”, “¿con tenedor o palitos?”.
  • Regla del tiempo: cuando termina el tiempo de mesa, se retira la comida sin regaños.
  • Lenguaje neutro: “Puedes comerlo o dejarlo. Tu barriga sabe cuánto”.

3.2. Co‑regulación emocional

  • Las comidas son un escenario de aprendizaje emocional.
  • Si el adulto muestra ansiedad/urgencia, el peque suele resistirse más.

Estrategias de co‑regulación:

  • Modela (come lo mismo, a su lado).
  • Valida: “Ese brócoli es nuevo; podemos olerlo y tocarlo primero”.
  • Micro‑pasos: oler → tocar → lamer → morder pequeño → escupir si no quiere → volver a intentar otro día.

4) Selectividad y neofobia alimentaria

4.1. ¿Qué es “selectividad”?

  • Preferir pocos alimentos, rechazar texturas, “vetar” colores o mezclar todo.
  • Neofobia: rechazo a lo nuevo (normal, fase evolutiva).Ojo: no todo rechazo es patológico. Pero si hay pérdida de peso, muy pobre variedad por semanas/meses, angustia intensa al ver comida o signos de disfagia/dolor, consulta con pediatría/nutrición y, si procede, fonoaudiología/TO.

4.2. Señales frecuentes (y por qué ocurren)

  • Come “solo 5–10 alimentos”.
  • Rechaza mixtos (platos combinados) y prefiere separado.
  • Se guía por lo visual (forma/color) más que por el sabor.
  • Acepta mejor croquetas/panificados que verduras sueltas (por textura).

4.3. Estrategias concretas

A. Exposición estratégica (10–15 micro‑exposiciones, sin forzar):

  • Mini‑porciones (tamaño de una uña).
  • Separado en el plato (bento/compartimentos).
  • Repetir el alimento variando forma/corte/cocción.

B. Food chaining (cadena desde lo que ya come):

  • Si acepta nuggets → empanar pollo casero → empanar pescado → empanar verduras finamente.
  • Si acepta puré suave → puré con grumosverdura chafadacocida en bastones.

C. “Escalera de valientes” (tasting ladder):

  1. Mirar/oler → 2) Tocar → 3) Lamer → 4) Mordisco mini → 5) Masticar y decidir.

D. Lenguaje que ayuda:

  • “Probemos con la lengua exploradora”.
  • “¿Quieres olerlo o tocarlo primero?”.
  • “Tu trabajo es escuchar a tu barriga; el mío es ofrecer”.

E. Involucrar manos y cocina:

  • Elegir entre 2 verduras, lavar hojas, mezclar con cuchara, usar cortadores de figuras.
  • Juego sensorial semanal: bandeja con arroz/legumbres crudas, buscar tesoros, transferir con cucharas.

5) Atención: comer como tarea cognitiva

Objetivo de tiempo en mesa

  • 12–20 min (1–2 años) · 20–25 min (2–3 años).

Cómo favorecer la atención:

  • Ritual: mano‑boca‑mesa (lavar manos → sentar → canción/cuento corto).
  • Mesa ordenada: 2–3 opciones visibles; no abrumar.
  • Sin pantallas: si necesitas transición, usa audio (música suave) o cuento breve antes de sentar.

Si se levanta mucho:

  • Anticipa: “Nos quedamos hasta que el reloj suene (15 min)”.
  • Silla estable (pies apoyados).
  • Tareas simples: poner servilleta, mezclar, “ser el catador oficial”.

6) Autonomía y “retar límites” sin batallas

Claves:

  • Elecciones cerradas: “¿plátano o pera?” (ambas válidas).
  • Porciones pequeñas con posibilidad de repetir (evita platos desbordados).
  • Utensilios propios y platos compartimentados.
  • Desdramatiza: tirar, tocar, oler… es parte del aprendizaje. Se limpia después.

Guiones útiles (sin presión):

  • “Puedes comerlo o no. La próxima comida es a las 3”.
  • “¿Prefieres tomar con vaso o con popote?”.
  • “Esto es nuevo. Hoy lo olemos y tocamos; si no te gusta, lo dejamos al lado”.

7) Leche y otros líquidos: ¿se están “llenando”?

Señales de alarma cotidiana:

  • Toma leche o coladas/jugos cerca de la comida y luego rechaza sólidos.
  • Pide biberón para calmarse y omite comidas.
  • Despierta de noche a tomar grandes cantidades.

Guías orientativas (12–36 meses):

  • Leche total diaria aproximada: 400–600 ml (2–3 porciones).
  • Agua a demanda. Evitar jugos/azucaradas (llenan sin nutrir).

Cómo ajustar sin conflicto (plan de 2–3 semanas):

  1. Mueve la leche lejos de las comidas (≥90 min antes/después).
  2. Reduce 10–20% cada 3–4 días (volumen o frecuencia).
  3. Sustituye biberón por vaso con boquilla suave o vaso abierto.
  4. Añade snack estructurado (proteína + fruta/verdura) en los horarios “críticos”.
  5. Duelo del hábito: valida la emoción (“extrañas tu tetero”) y ofrece un objeto de consuelo + rutina de sueño.

8) Tablas rápidas de acción

Si pasa esto…  → Prueba esto…
Rechaza mixtos
Sirve componentes separados; mezcla gradualmente en el plato.
Solo acepta crujiente
Prueba horno/airfryer con verduras finas empanizadas.
Le asustan colores fuertes
Presenta micro‑porciones y usa repetición con juego (caritas, palitos).
Se levanta de la mesa
Anticipa tiempo con reloj visual y dale una tarea (servir agua).
Quiere biberón antes de comer
Ofrece snack 90 min antes y leche después del almuerzo/cena.

9) Señales para consultar

  • Pérdida de peso o estancamiento pronunciado en percentiles.
  • Evitación extrema con angustia intensa y sostenida.
  • Vómitos, dolor, tos o atragantamiento frecuente.
  • Sospecha de disfagia o dificultades oromotoras.
  • Estreñimiento severo que afecta el apetito.
  • Dudas sobre alergias o carencias (hierro, B12, etc.).

Si sientes que la selectividad está ocupando demasiado espacio en tu día o te genera angustia, recuerda: es un proceso entrenable. Con estructura, respeto a la autonomía y exposiciones inteligentes, la mayoría de peques amplían su repertorio.

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